domingo, 16 de noviembre de 2008

...7

Un par de días después fue Noche Buena, mentiría si digera que el día fue especial, era incluso peor que un día normal, todos andaban ocupados, no había nadie en el msn... Pero como si me hubiera oido, Will se conectó, estaba de buen humor.
- ¡Karen! ¿Qué tal?
- Bueno... Bien, pero muy aburrido – estaba más que aburrida, pero no era plan de aguarle el día.
- Me gustaría estar ahí contigo, te aseguro que no te aburrirías – se me subieron los colores y empezó a hacer calor, solo con dejar volar un poco mi imaginación me volvía loca. Por eso era algo que me tenía prohibido.
- Si ya... Jeje – ya me había quedado en blanco, en verano habíamos decidido quedar de amigos, o más bien lo decidió él, pero de vez en cuando soltaba frases así.
- Te echo de menos.
- Yo a ti también...
- Quiero abrazarte – dijo acompañado de una carita triste.
- ¡Will! ¡No digas esas cosas! – estaba empezando a agitarme seriamente.
- Bah, mejor dejar el tema.
- Si ya, tira la piedra y esconde la mano.
- Jeje.
Se desconectó.

No era capaz de entender a Will, tampoco tenía muy claro si quería entenderlo, era tan... extraño. En medio de todo ello estaba Juan, que no paraba de insinuarse según él, de broma.
Entre todos iban a volverme loca, pero no era capaz de prestarle atención solo a uno, porque cada uno tenía algo especial, aunque todos me hacían daño de una u otra forma. Adam siempre estaba conectado y ya no se conectaba, no quería pensar el motivo de su ausencia. Me daba miedo descubrir que realmente se había ido, en cuanto lo supiera lo iba a pasar muy mal, se acercaba una de las etapas más tristes de mi vida, mi época de oscuridad...
Sumida en todos estos pensamientos llegó la noche, estaba agobiada, agotada de contenerme...
Fuimos a cenar con la familia, por lo menos mi promo Rubén hizo que la noche mereciera la pena, nos reimos un montón al picarnos y gastarnos bromas, también era capaz de hablar serio si se lo proponía.
Con una broma que le gasté haciéndole cosquillas en el cogote, empezó a decirme más serio que le dejara tranquilo.
- Mira que me da igual si eres mi prima, ¿eh?
- Jajajajaja, no me lo creo – me reía de esas advertencias, ¿cómo le iba a dar igual que fuéramos primos?
Seguí soplándole en el cogote y haciéndole cosquillas.
- Mira Karen que te vas a llevar una sorpresa... – me advertía.

Y así hasta que se hartó, me cogió y en un pestañeo me tenía tirada en el sofá con él encima y el botón del pantalón desabrochado. Me quedé sin palabras, eso no podía estar pasando, si era Rubén... Mi primo... Se levantó sonriendo.
- Te dije que me dejaras tranquilo, no me importa nada que seas familia – parecía decirlo en serio, pero debía estar de broma... ¿no?

Después de eso y me quedé quieta, ni siquiera hablamos. Empecé a recordar todas las veces en las que había estado con él, como cuando me llevó a la universidad para devolver un libro, recuerdo cómo conducía, su sonrisa al verme pendiente de cómo conducía.
Al llegar dimos una vuelta por la universidad, explicándome dónde estaba todo, nunca lo había visto sonreír así... Mi primo era igual que yo, teníamos el mismo mecanismo para pensar, su carácter era algo más cerrado y quizá introvertido que el mío, muy guapo...
Ahí corté los pensamientos. Quería irme a casa, que acabara esa noche, se me estaba haciendo muy pesada.
- ¿Te pasa algo? No te habrás enfadado, ¿no? – dijo algo serio.
- Para nada, solo tengo sueño – dije todo lo alegre posible.
- Bueno, pero si yo no puedo dormir, tú tampoco – me advirtió sonriendo.

Esa sonrisa diferente que le vi cuando me llevó a la universidad debí imaginarmela, tenía que ser así.

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