jueves, 28 de mayo de 2009

...19

Esa noche tuve un sueño, uno tan real…

Me encontraba en un lugar muy extraño, era una casa pero llovía en ciertas partes de ella porque no había techo en toda la casa. Esta casa era bastante antigua, de dos pisos, estaba completamente llena de polvo y con un aura mágica. Había un chico que siempre estaba andando por la casa y estaba empapado, tenía una melena de color miel, de expresión seria. Acabé diciéndole al chico que entrara en una parte de la casa donde no se mojase y él me dijo que tuviera cuidado con el jefe mientras me lo señalaba delante y en un piso superior, explicó que era muy impulsivo pero no entendí el por qué lo dijo. Se me aceleró el corazón aun con haber visto solo la silueta de ese hombre misterioso y que según el otro chico era peligroso.
Comencé a andar por la casa, observando todo con curiosidad el hecho de que solo hubiera techo en ciertas partes de la casa. Acabé empapada, con la camiseta blanca muy pegada al cuerpo y los vaqueros pesando un kilo más. En ese momento apareció el jefe, seguía siendo una silueta por lo oscuro de la habitación pero vi como abría la boca y le relucieron los colmillos, solo pude salir corriendo sin pararme a razonar lo que estaba pasando.
La voz del otro chico sonaba en mi cabeza diciendo que escapara, y si no conseguía huir del jefe ya no podría salir de la casa nunca más. Notaba el vaquero tirar hacia debajo de mi, casi haciéndome tropezar y el suelo estaba muy resbaladizo. Entré en una habitación sin salida, miré hacia todos los lados y encontré un hueco sin techo, aun así estaba demasiado alto para llegar. Le escuchaba llegar, cada vez miraba más frenética en todas direcciones, sintiendo como me iba acorralando, como si lo hubiera tenido todo planeado desde el principio, como si fuera un juego para él. Sus pasos eran seguros y rápidos pero sin llegar a correr, sabiendo que me cogería. Entró en la habitación y el corazón me martilleó en las sienes, sentía mucha presión cuando lo tenía cerca. Corrí desesperada hacia la pared donde arriba estaba el hueco, para mi sorpresa subí la pared. El jefe empezó a sonreír y la persecución tomó otro estilo, ahora corríamos por las paredes, saltando muebles y pasando de una habitación a otra con saltos gigantes, la adrenalina la tenía por los aires.
Me di cuenta en ese momento de que no podría escapar, así que me di la vuelta, sonreí y corrí hacia él todo lo rápido que pude, no sé en lo que estaría pensando ni el motivo por el que lo hacía, pero sentía que a medida que me iba acercando acabaría explotando. Él sonreía cada vez más, me tiré hacia él, cayó al suelo y pasé por encima de él. Casi creí que podría irme, pero al mirar hacia delante ahí estaba, con esos colmillos reluciendo, pero ya no tenía miedo. Entonces dio un paso y la habitación cambió, seguía estando oscura pero ahora había un centro de claridad, dio otro paso y entró dentro de la claridad, pude verle la cara, era él…
El chico del teatro estaba delante de mí, sonriendo burlonamente, de la manera más traviesa que había visto en mi vida, y me atraía demasiado, de una manera casi peligrosa. Iba entero vestido de negro, con una chaqueta de cuero negro que le llegaba hasta las rodillas y una camisa. El misterio lo rodeaba, y el blanco de su piel y el color rojo de sus ojos lo hacían espectacularmente guapo. En lo último que pensé era en el miedo, en mi cabezonería seguía creyendo que podría pasar delante de él y podría irme. El chico sonrío como si supiera lo que iba a hacer, antes de pasar un segundo me tenía cogida de los hombros, apreté los puños y le di un rodillazo con todas las fuerzas que pude reunir en una situación así, pero parecía que no le había hecho nada.
Habló, susurró una simple palabra: ¿Por qué? Era un susurro suave y melodioso que me cortó la respiración. Supe que podría irme, pero antes de dejarme el camino libre me besó, fue solo un roce de un segundo, para luego mirarme con mucha curiosidad. Dijo que era la primera vez que veía a una chica normal, y por los nervios de todo lo que había pasado me dio un ataque de risa. Él tenía el cuerpo ardiendo, más de lo normal, le sorprendió verme reír de esa forma y empezó a reírse conmigo.
Acabamos cenando en una cocina de muebles negros y paredes tan blancas como su piel, el techo de toda la casa era de cristal, se podía ver todo el cielo estrellado. Después nos sentamos en el suelo de una habitación para mirar el cielo, siempre en silencio. Sin darme cuenta le tenía delante, me besó con intensidad, tumbándome en el suelo, sus manos rozaban todo mi cuerpo. Murmuró que estaba empapada mientras me tocaba el pelo y volvía a besarme, sus manos dejaron de rozarme para pasar a tocarme con más fuerza, haciendo que mi ropa se deslizara, y en ese momento, me dio su camisa, diciendo que así no me resfriaría y sentándose de nuevo a mi lado.
Observé como su expresión cambiaba, me llevó a una habitación donde había dos chicas y muchos vestidos. Solo dijo: Tiene que resplandecer, más que el sol. Luego se fue. Ellas me frotaron con miles de jabones y me lavaron el pelo. Me enfundaron en un vestido de estilo muy antiguo, mi piel había cambiado, estaba más suave que la seda y de un color precioso, sin una imperfección, de un rosado suave, los labios de un rojizo natural. Los ojos resplandecían, no parecía yo. El pelo me lo recogieron e hicieron que un par de tirabuzones cayeran por las sienes. El color del vestido era extraño, la tela tenía el color rojo oscuro mezclado con azul. Salí de la habitación, sonaba música y había mucha gente, bajé las escaleras. Había un salón lleno de gente y otro tramo de escaleras. El chico apareció por detrás mientras me susurraba: Sencillamente estas brillante, digna de ser una diosa.
Me cogió del brazo para bajar las escaleras, todos murmuraban a nuestro paso la misma frase: ¿es ella? No entendía de qué hablaban.
Después de eso el chico estaba más hablador, sonreía y gastaba bromas. Me dijo que con ese vestido no podría correr tanto, retándome juguetón. Empecé a correr sin avisar mientras él se reía a carcajadas. Notaba como volaba pero él me seguía los talones, se tiró sobre mí cayendo en una cama. En ese momento me apeteció abrazarlo de manera muy tierna mientras me besaba y hacía que el vestido cayera al suelo, me soltó el pelo. Su cara parecía hasta infantil, ingenua e inocente, como si no supiera bien lo que hacer.
Sus caricias me hacían gemir y…


Me desperté. Justo en el momento más importante del sueño, en el que lo estaba pasando tan bien e iba a pasar algo importante, me desperté. Estuve toda la mañana con un humor de perros, nadie tenía la culpa de haberme despertado en ese momento, pero la rabia me consumía. Quería vivir ese momento, pero más enfadada me tenía la obsesión por el chico del teatro cuando solo lo había visto un rato.

2 comentarios:

Cintia Profesora dijo...

Oh my God oh my God oh my God!!!!!!
DIOSSSSSSSSS
Tía cómo has podido hacer esto??? Me encanta madre mía... Y porque me lo he leído a las 7 de la tarde con la calor que si no...
Espero que actualices más ahora que estamos de vacas ^^.
Yo actualizaré con casi toda seguridad esta noche ;)

Besitosssss (K)(K)^^

Baba :D dijo...

diossssssssssssssssss!!!!!!!!!!!!!!!!!
porfavor seguid lo mas pronto!!!!!!
m a ncantado!!!
besos